Educación: Capital Humano y Social
El plan de desarrollo nacional 2014-2018 “Todos por un nuevo
país”, se sustenta en tres pilares: la paz, la equidad y la educación. Esta
última es considerada en el plan como un instrumento de igualdad social y crecimiento
económico.
El plan reconoce a la educación como un pilar fundamental del
desarrollo del país, y establece como objetivo: “Cerrar las brechas en acceso y
calidad a la educación, entre individuos, grupos poblacionales y entre
regiones, acercando al país a altos estándares internacionales y logrando la
igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos”.
En este contexto, se puede observar como el enfoque de la
educación en el plan se aborda desde la teoría del capital humano, la cual destaca
la importancia de la inversión en educación como un motor del crecimiento
económico, en donde los conocimientos de los individuos permiten la especialización
productiva y esto conlleva al incremento del producto interno bruto (PIB). En
este sentido, los alumnos son concebidos como actores racionales que mediante la
inversión en educación pretenden movilidad en la escala social y mejor
perspectiva económica.
Ahora bien, es importante ver la inversión en educación como
la posibilidad de contar con el capital humano que el país requiere para elevar
su nivel de productividad y competitividad, logrando con esto insertarse en el
escenario mundial, el cual es cada día más exigente, cambiante y complejo. No
obstante, reducir la educación solamente a una categoría de la función
productiva no es conveniente, máximo en una nación que adolece de un sinnúmero
de problemas de índole, social, cultural y político.
En este sentido, la educación debe ser también vehículo para
la conformación de una sociedad que se
basa en la confianza y que propende por un trabajo mancomunado en la
construcción de la tan anhelada paz que todos soñamos. Para esto, es necesario
que el conocimiento vaya de la mano de la formación en valores humanísticos que
forjen en el estudiante una personalidad libre, feliz y productiva. Una
educación que solo persiga la competitividad de los individuos en función del
sector productivo, no podrá contribuir a
tener una sociedad cohesionada. No basta con la generación de conocimientos,
capacidades y habilidades, es necesario preguntarse por el ciudadano que
necesita el país para que se tejan relaciones basadas en la solidaridad, el
cooperativismo y conciencia cívica, en donde se compartan valores comunes y
normas.
Si solo vemos la
inversión en educación desde la óptica de la construcción del capital humano
que necesita el sector productivo, estamos condenados a una suma de individuos
que solo buscan su ascenso en la sociedad y que poco aportan a unas relaciones sociales que posibiliten una acción colectiva que
construya tejido social basado en la confianza de sus gobiernos, organizaciones
e instituciones.
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