martes, 7 de julio de 2015

Educación: Capital Humano y Social

El plan de desarrollo nacional 2014-2018 “Todos por un nuevo país”, se sustenta en tres pilares: la paz, la equidad y la educación. Esta última es considerada en el plan como un instrumento de igualdad social y crecimiento económico.

El plan reconoce a la educación como un pilar fundamental del desarrollo del país, y establece como objetivo: “Cerrar las brechas en acceso y calidad a la educación, entre individuos, grupos poblacionales y entre regiones, acercando al país a altos estándares internacionales y logrando la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos”.

En este contexto, se puede observar como el enfoque de la educación en el plan se aborda desde la teoría del capital humano, la cual destaca la importancia de la inversión en educación como un motor del crecimiento económico, en donde los conocimientos de los individuos permiten la especialización productiva y esto conlleva al incremento del producto interno bruto (PIB). En este sentido, los alumnos son concebidos como actores racionales que mediante la inversión en educación pretenden movilidad en la escala social y mejor perspectiva económica.

Ahora bien, es importante ver la inversión en educación como la posibilidad de contar con el capital humano que el país requiere para elevar su nivel de productividad y competitividad, logrando con esto insertarse en el escenario mundial, el cual es cada día más exigente, cambiante y complejo. No obstante, reducir la educación solamente a una categoría de la función productiva no es conveniente, máximo en una nación que adolece de un sinnúmero de problemas de índole, social, cultural y político.

En este sentido, la educación debe ser también vehículo para la conformación  de una sociedad que se basa en la confianza y que propende por un trabajo mancomunado en la construcción de la tan anhelada paz que todos soñamos. Para esto, es necesario que el conocimiento vaya de la mano de la formación en valores humanísticos que forjen en el estudiante una personalidad libre, feliz y productiva. Una educación que solo persiga la competitividad de los individuos en función del sector  productivo, no podrá contribuir a tener una sociedad cohesionada. No basta con la generación de conocimientos, capacidades y habilidades, es necesario preguntarse por el ciudadano que necesita el país para que se tejan relaciones basadas en la solidaridad, el cooperativismo y conciencia cívica, en donde se compartan valores comunes y normas.


Si solo vemos  la inversión en educación desde la óptica de la construcción del capital humano que necesita el sector productivo, estamos condenados a una suma de individuos que solo buscan su ascenso en la sociedad y que poco aportan a  unas relaciones sociales  que posibiliten una acción colectiva que construya tejido social basado en la confianza de sus gobiernos, organizaciones e instituciones.

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